Las ciudades son hoy en día un actor protagonista en materia de sostenibilidad. Nos encontramos en una situación de crecimiento demográfico, especialmente en entornos urbanos, que conlleva un aumento de las necesidades: mayor consumo energético, de alimentos, de agua, etc. Así como un aumento de nuestro impacto en el planeta con por ejemplo el aumento de los residuos, las emisiones de CO2 y de GEF.
En el ámbito energético, las ciudades también deben trabajar para alcanzar los acuerdos de la Cumbre del clima de Paris de 2015 (COP21). Precisamente es en las zonas urbanas donde se genera una gran parte del consumo energético y de las emisiones. Según la Unión Europea, sólo los edificios son los responsables del 40% del consumo energético y del 36% de la emisiones de CO2.
Con el objetivo final de limitar a sólo 1’5 ºC el aumento global de temperaturas, la Unión Europea ha marcado que el 20% del consumo final de energía deberá provenir de fuentes renovables para 2020. Aún más exigente es el objetivo en el contexto del Marco sobre clima y energía para 2030, que marca la cuota de consumo de renovables en el 27% y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el 40% (respecto a los valores de 1990).
El paquete Energía limpia para todos los europeos (o coloquialmente conocido como el “paquete de invierno”) publicado por la Comisión el 30 de Noviembre de 2016, ofrece a los países miembro las indicaciones para reformular sus directivas en materia energética y alcanzar los objetivos globales y en concreto los europeos.
En España se está elaborando el borrador de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que tendrá la transición energética como uno de los ejes fundamentales para la lucha contra el cambio climático, así como el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 que impulse a España a descarbonizarse para mediados de siglo.
Desde la sesión de ciudades en transición energética, ha tratado de reivindicar la buena labor que se está realizando desde muchas ciudades españolas para elaborar y seguir una estrategia a largo plazo que les permita cambiar su modelo energético. La transición energética urbana debe iniciarse con un buen análisis de la situación de partida (evaluación de la demanda, estado de las instalaciones, etc.) y formar un plan de acción que involucre a todos los sectores de la ciudadanía, que sea sólido y se mantenga en el tiempo y que utilice todas las herramientas de las que dispone la administración local. Se debatió sobre las distintas estrategias municipales adoptadas como ahorro, eficiencia energética, autoconsumo o energías renovables, y se mostraron los casos concretos de ciudades que se encuentran inmersas en este proceso.
Puedes disponer del resumen de la sesión elaborado por los voluntarios de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) pinchando aquí.
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