Dentro de la gestión diaria de los vuelos que surcan el espacio aéreo español, los controladores de ENAIRE tienen la misión prioritaria de velar por su seguridad y, a la vez, procurar que todos esos vuelos discurran de una forma ordenada, fluida y eficiente. Un vuelo se considera eficiente si realiza su trayecto sin demoras, y con la menor duración y consumo de combustible posibles. ENAIRE se esfuerza a diario por lograr los mayores niveles de seguridad y eficiencia en todos los vuelos que gestiona.
El desarrollo sostenible de la actividad aérea a nivel global requiere siempre tener presente las interdependencias y el mantenimiento de un equilibrio entre los distintos ámbitos (medio ambiente, sociedad y desarrollo económico) con el fin de minimizar los efectos adversos mientras se promueve el desarrollo económico y social. En materia de eficiencia, el ahorro de combustible de los vuelos y la sostenibilidad medioambiental reman en la misma dirección. A menor cantidad de combustible consumido, menor cantidad de emisiones procedentes de la combustión son emitidas a la atmósfera.
Basada en este principio, la Unión Europea ha establecido unas metas de eficiencia en vuelo que se deben cumplir en todo el espacio aéreo europeo, y ha planteado un mecanismo para medir dicha eficiencia a través de un indicador de breve título denominado “Eficiencia Horizontal en Ruta de la Trayectoria Real” que, por economía verbal, en el mundo aeronáutico llamamos KEA. En esencia, el KEA viene a medir qué distancia de más ha recorrido la trayectoria real seguida por un vuelo respecto a la distancia ideal que correspondería a la línea recta que une origen y destino. Cuando se suman todas esas distancias adicionales voladas se obtiene el porcentaje de ineficiencia que han tenido los vuelos dentro del espacio aéreo de un país. Este porcentaje de ineficiencia no es muy elevado (España está ahora en torno al 3,8%), pero cuando multiplicamos por los millones de vuelos que surcan Europa anualmente, cualquier pequeña mejora en este sentido es importante. En esta tarea de mejora continua estamos involucrados todos los proveedores de servicio de tránsito aéreo europeos.
Los factores que influyen para que un vuelo no siga una línea recta son múltiples. Entre los principales se encuentran el diseño de la estructura de la red de rutas, los “recortes” que puedan autorizar los controladores aéreos en tiempo real, o la planificación previa del vuelo que realizan las aerolíneas. Dependiendo de cómo se manejen, cada uno de ellos puede introducir alargamientos o reducciones de las distancias voladas.
Con respecto a los recortes que pueden autorizar los controladores aéreos, estos están supeditados a las condiciones existentes en cada momento (Ej. Posibles conflictos con tráfico cercano o fenómenos meteorológicos presentes en la zona), que son evaluados por el controlador antes de dar la autorización al piloto.
En el año 2018, ENAIRE ha culminado en colaboración con CRIDA, empresa de I+D para la gestión de tránsito aéreo, el desarrollo de un novedoso mecanismo que permite la identificación de recortes (“directos” en lenguaje aeronáutico) que se han autorizado en la ruta desde el aeropuerto de origen al de destino. El mecanismo detecta cuáles han sido los directos más habituales a lo largo de un periodo de tiempo, qué reducción de distancia han implicado y qué beneficios han aportado en términos de ahorro de combustible y reducción de emisiones GEI y gases contaminantes. Esta monitorización constituirá una potente herramienta de análisis que permitirá actuar sobre rutas o tramos concretos con el fin de mejorar la eficiencia global del sistema de navegación aérea. Esto contribuirá al cumplimiento de las metas de eficiencia establecidas por la Unión Europea, así como del objetivo de la Organización de Aviación Civil Internacional de la disminución de las emisiones procedentes de las aeronaves en un 50% para 2050 con respecto a 2005.